Esta se encontraba en una zona extra urbana, en la carretera que conducía a Porta Molino.
Las Clarisas tuvieron un cenobio, y la celda de San Antonio se incorporó a la nueva iglesia.
Se caracterizó por los imponentes altos pronaos en el estilo corintio y por dos campanarios gemelos, que flanqueaban la única nave pequeña.
El santuario neogótico fue fundado en 1890 con un diseño de Eugenio Maestri como una extensión del edificio anterior al que fue injertado una serliana.
El interior fue pintado completamente al temple por Giacomo Manzonicon con la colaboración de Agide Aschieri.
Así comenzó un sitio que se terminó alrededor de 1931, cuando Nino Gallimberti llevó a término el proyecto de los Maestros, pero con sabor más puro: se eliminaron los cuadros del siglo XIX, se demolió el fragmento del santuario neoclásico y levantó la cúpula, el crucero, el ábside y las capillas que fueron a rodear la celda de San Antonio.