Ello llevó a su actual utilización como principal medicamento en el tratamiento de la EII, especialmente en la colitis ulcerosa.
Recientes estudios británicos desarrollados con animales, han demostrado que la sulfasalazina revierte el proceso de cicatrización hepática asociado a la cirrosis.
Normalmente no se administra a niños menores de 2 años.
La sulfapiridina es absorbida en su mayor parte, metabolizada por el hígado y eliminada con la orina.
Algunos pacientes experimentan efectos secundarios que pueden incluir náusea, ardores, dolor de cabeza, vértigo, mareo, anemia e irritaciones en la piel.