Con 270 habitantes en el año 2005, consta de un núcleo antiguo, formado por casas pairales, la rectoría y la iglesia de Sant Martí de Romanyà, su nave de planta de cruz griega data del siglo X y el campanario del siglo XI.
Documentada desde el 1019, la población se dedicó principalmente a la explotación de los recursos forestales, a la agricultura de secano y de regadío —además de alguna viña esporádica— y, más secundariamente, a la ganadería.
Allí acabó novelas como Mirall trencat (Espejo roto, 1974), Viatges i flors (Viajes y flores (1980) y escribió Cuanta, cuanta guerra... (1980), su última novela publicada en vida.
Vilallonga ha destacado la estrecha relación que se observa en las novelas mentadas entre la novelista y el jardín de su chalé.
Rodoreda murió en 1983 y fue enterrada en el cementerio de Romanyá, tal y como ella había deseado.