Se trasladó a la América española con su padre, que en 1659 asumió el cargo de gobernador de Costa Rica y murió en el ejercicio de su cargo en 1661.
Asumió el cargo el 27 de febrero de 1662 y efectuó varias actividades para someter al dominio español la región de Talamanca, al sudeste de la Tierra Adentro, tarea en la cual avanzó notablemente gracias al trato cordial humanitario que dio a los indígenas.
Sin embargo, una noche fue abandonado por sus tropas españolas, y fueron los indígenas talamanqueños quienes lo condujeron sano y salvo hasta el primer pueblo de Tierra Adentro.
Poco después de iniciar su vida religiosa como novicio en Guatemala, recibió la noticia de que la Corona le había concedido el marquesado de Talamanca, pero decidió declinar esa dignidad, que quedó extinta, posiblemente por no haberse pagado el derecho de lanzas o impuesto sobre la creación de títulos nobiliarios.
Gracias a sus esfuerzos, en 1673, el papa Clemente X aprobó las constituciones de la Nueva orden religiosa, y en 1710, Clemente XI erigió la "Orden de los Betlemitas de las Indias Occidentales en verdadera religión con votos solemnes".