Creó las demarcaciones diocesanas para descentralizar el obispado, situándose como responsables de cada territorio los nuevos obispos auxiliares que se nombran en Barcelona entre 1991 y 1993: Carlos Soler, Joan Carrera, Joan-Enric Vives, Jaume Traserra y Pere Tena.
En una segunda etapa, rehace y moderniza los organismos de la curia diocesana con un nuevo equipo con el obispo Joan Carrera y el jesuita Enric Puig al frente.
Algunas biografías destacan que se opuso al catalanismo dentro de la Iglesia.
El mismo día, el papa Juan Pablo II dividió la archidiócesis de Barcelona en tres diócesis: una metropolitana y dos sufragáneas: Tarrasa y San Feliú de Llobregat.
El ingreso en el hospital se realizó el 22 de noviembre anterior por un accidente vascular que no pudo superar.
Durante toda la vida mantuvo el montañismo como una pasión que según sus propias palabras le acercaba a Dios.