Revueltas de los chiitas iraquíes de 1935 y 1936

Las tribus chiitas de la región central del Éufrates (así como los kurdos del norte de Irak) se veían cada vez menos representados en el gobierno iraquí, dominado por sunitas.

No obstante, en tan solo una semana volvió a reinar la calma en la región cuando se produjo la renuncia del gobierno iraquí.

Bakr Sidqi declaró la ley marcial en Diwaniya y desplegó la flota aérea y el ejército de tierra iraquí contra los insurrectos, a los que se derrotó a finales de mayo.

[1]​ En realidad, los alzamientos de 1935 nunca supusieron ninguna amenaza directa para el gobierno central iraquí, pues las tribus sublevadas se encontraban demasiado divididas.

Una vez denegada la oportunidad de expresar su insatisfacción por la vía democrática, con frecuencia los chiíes recurrieron al enfrentamiento abierto.

La rebelión se expandió hacia la región de Diwaniya, dirigida por los jeques más poderosos, que tenían alianzas con el partido Ikha y Yasin al-Hashimi.

[3]​ Al concluir, dos jeques rebeldes entraron en Bagdad, acompañados por un gran número de milicianos armados, que venían para trasladar una petición al rey y a hacer una inapelable demostración de fuerza.

[5]​ Bakr Sidqi declaró la ley marcial en Diwaniyya y empleó toda la fuerza armada contra los miembros de las tribus.

[5]​ Después de establecer el control total sobre Rumaytha, Nasiriyya y Suq al-Shuyukh, el gobierno ya no tenía ningún interés en continuar negociando con Al-Ghita.

Desde mayo de 1935, los levantamientos chiitas no supusieron ninguna amenaza directa al gobierno central iraquí pues las tribus estaban demasiado fragmentadas.