Aunque Quebec ya era una provincia moderna en un sentido práctico, siendo como era el principal motor industrial de Canadá, estaba social y políticamente atrasada en comparación con el resto del país y de América del Norte.
Los quebequeses se habían mostrado abrumadoramente en contra de la leva forzosa para luchar en un ejército en el cual serían automáticamente marginados por hablar en francés (dado que el uso de la radio exigía fluidez en la lengua inglesa) y en una guerra que a muchos les resultaba indiferente.
Los gobiernos de Duplessis se caracterizaron por su desdén hacia la oposición, su uso indiscriminado de mecanismos caciquiles, su ferviente anticomunismo, su represión contra el movimiento sindical, y la restricción al acceso al sistema educativo.
La influencia de la Iglesia católica, que ya era enorme en Quebec, se intensificó todavía más.
La Iglesia católica quebequesa, cuya posición era en aquel momento aparentemente monolítica, empezó a fragmentarse en su apoyo a Duplessis y al capital procedente del Reino Unido y de Estados Unidos.