Octavo hijo de un severo y rico agricultor de Yonne, descrito como un patriarca en la biografía que le dedicó, La Vie de mon père (1779), estudió en un colegio jansenista y su padre lo destinó a la carrera eclesiástica llevándolo a vivir junto a un medio hermano clérigo, pero, al parecer, se reveló pronto tan amigo de las faldas y tan indómito que tuvo que abandonar esa pretensión.
Viajó a Dijon y luego volvió a Auxerre, donde se casó en 1760 con Agnès Lebègue, de la que tuvo cuatro hijas, Agnes, Marie, Élisabeth (conocida como Élise o Babiche) y Marie-Anne, a la que llamaba Marion y con la que vivió sus últimos años.
Aceptó trabajar como delator o informador para la policía real, cometido que le proporcionó, aparte de ingresos suplementarios, no poca materia prima para escribir sus numerosas novelas; la policía lo requería frecuentemente para vigilar lo que se imprimía secretamente, pues conocía de primera mano ese mundo, y otros más marginales.
Cabe añadir Les Parisiennes (Las parisinas, 1787), Ingénue Saxancourt (1789) y su Anti Justine (1793).
Desde 1777, sus libros eróticos estuvieron primorosamente ilustrados, a menudo, con mujeres de pies minúsculos y bocas redondas.
Por ello no sorprende que elaborase su utopía, La Découverte australe par un homme volant, que eso sí está mezclada con unos recuerdos idílicos y con extrañas ideas del momento sobre el mundo animal.
En cambio fue apreciado por Benjamin Constant y Friedrich von Schiller, quien resaltó a Goethe la aparición de su autobiografía Monsieur Nicolas, sin duda su mejor obra, el 2 de enero de 1798: Los surrealistas franceses reivindicaron su obra, pues no en vano era un antiacadémico; Jean Dutourd lo considera el mejor escritor francés del siglo XVIII; además, para él la lengua era algo vivo.