La principal responsabilidad del representante es supervisar los negocios de un artista; aconsejarlo y asesorarlo en temas profesionales, planes a largo plazo y decisiones personales que puedan afectar a su carrera.
Se pueden encontrar en edificios públicos como ayuntamientos, bibliotecas o casas de la cultura.
Por ello son el paso inicial perfecto para un artista que comienza a exponer su obra.
Este se vuelve imprescindible para manejar las diferentes piezas que arman una carrera en la industria musical.
Los quehaceres de un mánager musical activo se enfocarán en ganar reputación para el artista, formar una base de admiradores, lanzar demos, planear actividades promocionales y programar espectáculos.
Al empezar la carrera de un artista, las tareas publicitarias recaen en los propios músicos o en el representante si es que cuentan con uno.
Debido a que el artista es relativamente desconocido al comienzo, las giras, las promociones y los eventos agendados son mínimos.
Si un artista desea actuar en un bar o en una discoteca, el administrador del recinto pone diversas condiciones.
En la mayoría de los casos, se pide una demo que incluya algunas canciones (preferiblemente las mejores del músico).
La banda debe ser los más profesional posible para mantener a los administradores del lugar interesados en una nueva presentación en el futuro.
Los representantes usualmente requieren los servicios de un fotógrafo profesional mientras el artista está grabando en el estudio.
Diferentes imágenes del músico pueden ser usadas en sitios web, carátulas de álbumes, afiches y material promocional que se entregará a los medios de comunicación.
El tamaño del lugar no debe exceder la cantidad de asistentes, porque si es muy amplio, el artista se ve insignificante.
Por otra parte, muchos representantes prefieren usar un «kit de prensa» electrónico, el cual es idéntico al anterior, excepto porque es un archivo computacional descargable.