El 22 de agosto, los 19 prisioneros fueron fusilados en la Base Aeronaval Almirante Zar y solo tres sobrevivieron.
A los pocos días, en una improvisada conferencia de prensa en Cuba, tres de los fugados, Mario Roberto Santucho, Marcos Osatinsky y Fernando Vaca Narvaja, afirmaron que aquellos asesinatos habían sido una «salvaje y desesperada respuesta de la dictadura» a los reclamos populares, reafirmaron, con la consigna «la sangre derramada no será negociada» que seguirían en la lucha «hasta la victoria final» y que «la unidad de los revolucionarios, sellada con sangre en Trelew» sería el legado a conservar por las organizaciones armadas de izquierda.
Ese mismo día una docena de bombas fueron detonadas en Córdoba y La Plata.
[9] En la víspera del tercer aniversario, más de 200 guerrilleros liderados por Enrique Gorriarán Merlo,[10] atacan el 20 de agosto a la jefatura de la Policía de Córdoba, en represalia por la ejecución en masa en Trelew,[11] matando a cinco policías (sargento Juan Carlos Román, cabo Rosario del Carmen Moyano y los agentes Luis Rodolfo López, Jorge Natividad Luna y Juan Antonio Díaz[12]), hiriendo a cuatro.
Se producen daños importantes en el casco, que retrasaron su terminación.