Remigio de la Santa y Ortega

[1]​ Fue en la capital española donde logró destacarse por sus elevados estudios, llamó la atención de Carlos IV quien lo nombró Capellán del rey, desde ahí ganó gran influencia y consiguió que para 1792 el papa Pío VI lo nombrara obispo de Panamá.Se dedicó a mejorar el establecimiento del seminario de San Jerónimo con la intención de convertirlo en universidad, para esto se alió con el intendente Antonio Burgunyó y Juan y enviaron una solicitud a la Real Audiencia de Charcas para iniciar el trámite, pero ésta fue rechazada.Sin embargo, la situación era totalmente distinta, los sublevados habían tomado el cuartel y no dejaban de tocar las campanas para llamar a la gente.[4]​ Aquella noche se celebró el cabildo, los revolucionarios pidieron la renuncia del obispo y lo amenazaron de muerte.Lanza se retira y regresa el 25 de octubre rodeando al pueblo, esa noche La Santa visitaba cada 3 o 4 horas las barricadas dando ánimos a los defensores, incluso había designado a varios sacerdotes como capitanes de los indígenas.[6]​ En 1810 estalla la revolución en Buenos Aires y con su victoria en la Batalla de Suipacha el obispo decide dejar la ciudad de La Paz y trasladarse a Puno, incluso pidió que su diócesis fuera trasladada a este lugar.