Ya en los llanos de Casanare fue rescatado por el militar republicano Ramón Nonato Pérez y pasó a batallar en el ejército patriota.
Precisamente, por esa razón, el sitio aquel era llamado “Cartagoviejo”; allí se encontraban algunas familias dispersas: López, Hurtado, Carvajal, Buitrago, Marulanda y otras, que habían llegado procedentes del vecino Estado de Antioquia desde la década de los años cuarenta del siglo XIX.
Bien sea llamada “fundación diacrónica” (Ortiz, 2019) o “conformación” (Martínez, 2013), la consolidación de la ciudad se dio gracias a varios liderazgos: el civil, el religioso, el colonizador; entre estos liderazgos el rol del sacerdote, desde una perspectiva contextual del siglo XIX, era determinante.
Por tal motivo, como lo ha destacado Ortiz “en la segunda mitad del siglo XIX las poblaciones que no contaban con cura propio estaban destinadas a desaparecer debido a la raigambre católica de los colonizadores antioqueños”.
Esta fue la razón por la cual Cartagoviejo pudo progresar hasta convertirse en villa, aldea y municipalidad con el nombre de Pereira.
En 1874 se adquirieron los predios donde estaba localizada la antigua Iglesia de la desaparecida ciudad de Cartago y la construcción del templo parroquial actual iniciaría en 1880 bajo el liderazgo del sacerdote antioqueño y arquitecto Juan Nepomuceno Parra.
Mientras tanto, en diciembre de 1875, cuando ya Remigio Cañarte contaba con 85 años fue nombrado el presbítero José Dolores Córdoba como “cura auxiliar de Pereira” debido a la avanzada edad y ceguera del fundador.