Rechazo del trabajo

Tiene distintas lecturas y soluciones según de qué ideologías del espectro político provengan.A fines del siglo XIX Thorstein Veblen en su libro La teoría de la clase ociosa notaba como en las altas burguesías se había desarrollado una tendencia consumista, el vivir de rentas sin realizar trabajo directo y una vida de ocio y socialidad marcada por códigos simbólicos como el prestigio.En el siglo XIX fue famosa la propuesta del marxista Paul Lafargue en su texto El derecho a la pereza.Según Alvin Toffler tales condiciones de trabajo surgían en la fábrica por algo mucho más amplio: el “industrialismo”, no por el capitalismo ni por el socialismo, pues este último también logró industrializarse con la fábrica, según describe en su opus magnun La tercera ola (años 1970) el modelo tipo “fábrica” de la escuela, el hospital y la oficina, fue el responsable del trabajo mecánico y reiterativo de línea de montaje que alienaba al hombre con horarios artificiales y eliminándolo del trabajo familiar.El cambio económico-social reciente se caracterizaría por estas situaciones laborales más flexibles que, por un lado, pueden ser liberadoras en potencia, pero, por otro lado, pueden incluir una precariedad laboral, más aún si estas nuevas formas de trabajo se aplican en sociedades aún muy compenetradas en el viejo sistema de la cadena industrial, pues las naciones aún no contarían en muchos casos ni con leyes ni con nuevos procedimientos contables y económicos para asimilar estos cambios.