Rebelión de las faeneras

No en vano, en palabras de Temma Kaplan referidas al anarquismo andaluz pero fácilmente extrapolables a este caso, "Las mujeres, generalmente, no se movilizan por razones ideológicas, ni por reivindicaciones económicas particulares en el campo o en la fábrica.

Tras lo cual da inicio a la segunda parte del conflicto que cambia significativamente su carácter al adquirir la forma de una huelga general, en la que participaron todos los oficios, con la colaboración de las distintas sociedades obreras.

marcharon por las calles de la ciudad en dirección al Palacio de la Aduana, sede del gobierno civil, y el Ayuntamiento, donde se nombraron una comisión formada por las obreras Bernarda Martín García, Dolores Guerrero Lucena, María Núñez Neguete, Antonia Jaime Portillo, María Pareja, María Rodríguez Espino, Dolores Fernández Bascuñana, y Concepción Mesa.

Aunque empañada por un cierto paternalismo y condescendencia, como evidencian algunas de las declaraciones que se recogen en los periódicos El Popular y El Regional, por ejemplo, "Las más animosas y valientes reanimaban a las de espíritu más femenino", "Fueron las mujeres las que dieron ayer la nota de virilidad, reclamando con respeto, pero con decidida energía un remedio inmediato".

Si bien es verdad que tanto la manifestación como las reuniones celebradas en el gobierno civil y en el Ayuntamiento resultaron ser efectivas, ya que al día siguiente el Alcalde inició una ronda de reuniones para presionar a los diferentes representantes empresariales que controlaban la producción y distribución de productos básicos para abaratar los precios.

La venta del pescado a esos precios tiene un gran éxito y rápidamente se acaban las existencias, recaudando unas 317 pesetas que entregarán al gobernador civil para que las reparta entre los dueños del pescado.

[10]​ La mañana del día 15 la ciudad amanece hostil, las calles están enarenadas, las fuerzas de seguridad se sitúan tanto en las calles del centro (guardia civil) como en el extrarradio (ejército), los patronos niegan la entrada a las fábricas de aquellas operarias que quisieron ir a trabajar, y la mayoría de los comercios están cerrados y los pocos que abren tienen los precios aún más caros.

Se ha convocado una nueva manifestación que partió de tres puntos diferentes: Los tres grupos confluyeron en el Gobierno Civil, agitando banderas y pancartas con lemas como "Vivan las mujeres unidas", "Viva Málaga" o "Muerte a los acaparadores".

Tras una breve reunión con el Gobernador, las autoridades exigieron que se disolviese la manifestación y empezaron las cargas policiales.

Tras el almuerzo se unieron al paro los trabajadores de las industrias y las fábricas.

En definitiva, se paralizó toda la actividad industrial y comercial, además de emprenderse una campaña en la que se pedía la dimisión o destitución del gobernador civil, no solo entre los obreros de la ciudad, sino también entre comerciantes, empresarios y políticos republicanos que enviaron numerosos telegramas al presidente del gobierno central pidiendo la destitución del susodicho.

La ciudad permanecerá en huelga durante cuatro días, el sábado 19 las sociedades obreras en su conjunto emitieron un comunicado donde declararon que el lunes 21 volverían al trabajo, aunque seguirían con las protestas mientras no se lograse el abaratamiento de todos los productos de primera necesidad.

Pero no será la única forma de protesta que vivió la ciudad, así el jueves 17, a las 22:00 horas, tanto en el centro de la ciudad como en lo barrios obreros se llevó a cabo una "Pitá" contra el gobernador civil, cuando "hombres y mujeres hacían sonar pitos, almireces, zambombas, latas y cuantos instrumentos de ruido hallaron a mano".

Además, esta revuelta fue un ejemplo y un detonante, pues se reprodujeron revueltas de obreras por toda la geografía española, en ciudades como Alicante, Barcelona, Cádiz, Granada, Madrid, Sevilla, Tarragona, Valencia, etc.