[2] Aunque la ganadería contaba con privilegio real para lidiar en primer lugar en las funciones promovidas por la Corona, en la actualidad no se le reconoce antigüedad alguna al no haber lidiado en la Plaza de toros de Madrid.
[3] Las reses que saltan al ruedo son marcadas con divisa encarnada y granate y se distinguen los animales por estar señalados en la oreja con zarcillo en la derecha y media luna en la izquierda.
[4] Una práctica que llevó a ir controlando parte de los toros salvajes que existían en las proximidades de la cuenca del río Duero.
[5] Desde sus inicios, y hasta finales del siglo XVIII, los pastos de la ganadería no dispusieron de propietarios ni titulares que la regentasen sino que, probablemente, estuviera en régimen mancomunado.
Una casa ganadera de La Pedraja de Portillo que había iniciado su andadura a principios del siglo XVI y que mantendría la tradición de la crianza del toro bravo hasta bien entrado el siglo XIX.