En su origen, el rapto era un delito cuya víctima debía necesariamente ser mujer y además honesta.
Últimamente se ha quitado el calificativo de honestidad en la tipificación del delito e incluso muchas legislaciones han derogado también el requisito del sexo de la víctima siendo indistinto si la víctima es mujer o varón.
La acción típica es sustraer o retener, la sustracción significa sacar a la víctima de un lugar para ponerla en otro contra su voluntad y la retención implica la imposibilidad de desplazamiento fuera del ámbito en que se la coloca.
Se ha observado, igualmente, un fenómeno consistente en que un hombre rapte a una mujer con intención de casarse.
Este matrimonio por secuestro se produce en varios países y por causas diferentes.