El año 1100, Pascual II, según testimonio del obispo Poncio de Roda, había delimitado la diócesis, declarándola inmune e inviolable.
Pero el rey Alfonso I y el obispo de Huesca no la respetaron.
En una carta de san Olegario al papa Inocencio II, el prelado barcelonés dice que el rey Alfonso guardaba rencor a Ramón de Roda "porque el obispo no quería participar en las guerras contra los cristianos".
Ramón se marchó hasta su retorno a Roda en 1119.
La campaña afectó a su salud: al volver a Huesca ya venía enfermo y murió el 21 de junio de 1126.