[3] Trabajó como peón de campo y con lo que ganaba fue comprando bueyes y carretas, iniciando un negocio de carretas con el que fue creando su fortuna.
Adquirió numerosas estancias y finalmente fundó una firma que continúa vigente en la actualidad: Santamarina e Hijos.
[1][3] Sus hijos continuaron trabajando en esta empresa familiar y cuatro de ellos se dedicaron a la función pública.
[1] Sus padres eran José García Santamarina Varela, capitán de la Guardia de Corps del Rey Fernando VII, y Manuela Valcárcel y Pereyra, una rica dama orensana.
Costa dedicó a ello un artículo, del cual se extrajeron algunos pasajes: Tras la muerte de su padre, y luego de su madre, Santamarina y sus hermanos son distribuidos entre sus familiares.
[3] Santamarina comenzó a trabajar como recadero en un café-hotel, llamado la Posada de las Cuatro Naciones, ubicado en la entonces calle Potosí, entre Chacabuco y Perú, que era frecuentado por viajantes provenientes del sur.
[1][8] Por esto decidió comprar, con sus pocos ahorros, una carreta y algunos bueyes, con los cuales inició su larga carrera de financiero y colonizador, con el trabajo que luego daría a la patria.
[8] Entre estos se encuentran un piano, para la señora de Antonio Lambín, una maestra del lugar; una trilladora, traída a Juan Fugl en 1855; una máquina de coser de la marca La Silencieuse, por lo que había tomado clases en Buenos Aires para poder enseñar a los interesados cómo utilizarla; libros para la escuela; 71.000 ladrillos para la construcción de la iglesia diseñada por Taylor y luego trajo, en 1857, el altar, el púlpito, chapas y maderas para el techo y la pila bautismal, que aún se conserva.
[3] Por ese entonces, poseía ya veinticuatro carretas que transportaban, entre otras cosas, el capital de las mercancías entre Tandil y Buenos Aires.
[3] Luego de esto, Santamarina pudo adquirir otra estancia, El Cristiano, que le vendió Aarón Castellanos.
[1] En ellas, llegó a tener veinte mil vacas y setecientas mil ovejas, y seis casas de negocios como bancos, los cuales enriquecieron a muchos de sus habilitados.
Pero no todo era tranquilidad en aquellas alejadas tierras donde Santamarina forjaba civilización.
[2] Cuando Ramón Santamarina, ya millonario, decidió casarse por segunda vez ―con Ana Irazusta (1849-1921), con quien tuvo trece hijos más―[3] pensó que los hijos de su primer matrimonio podrían verse perjudicados.
[10] Su entierro, realizado al día siguiente, fue una impresionante y multitudinaria manifestación de duelo.
[1] Todos estos establecimientos están diseminados por las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Santiago del Estero.
[1] Como presidente de la Sociedad Rural Argentina se destacan la implementación del suero contra la fiebre carbuncosa en el ganado y la exportación de hacienda a los puertos ingleses.
[4] Fue un gran propulsor de Monte Grande, donde fue el primer comisionado municipal y una figura muy importante en la creación del partido de Esteban Echeverría en 1913, cuando cedió los terrenos donde se emplazó el Club Social.
[4] Actualmente lo recuerdan en esta ciudad una plaza, una avenida y un monumento, que contó con la colaboración de Santamarina e Hijos, ya que la empresa formó una comisión para recaudar los fondos necesarios para la construcción de este.
[1][4] Su actuación en el gremio consignatario en la década del '30 fue muy importante ya que logró el cambio de la forma de comercialización cuando logró derogar una ley nacional que perjudicaba al sector.
Esta señora, nieta de Santamarina, fue quien donó la obra al museo en el año 1971.
[13] La ciudad de Tandil le erigió un monumento en su honor el 10 de marzo de 1912, obra del escultor español Miguel Blay, el mismo que realizó en Buenos Aires el monumento a Mariano Moreno y a San Francisco Solano en Santiago del Estero.