La técnica radiográfica extrabucal clásica prácticamente no ha variado en relación con las proyecciones efectuadas desde su descripción inicial.
En América, el Dr. W. G. Worton fue el primero en obtener una radiografía dental, en 1896, utilizando cráneos humanos desecados.
La primera unidad de rayos diseñada para odontología se atribuye al Dr. Williams Rollins, aunque el Dr. Edmund Kells tiene el mérito de haber sido el primero en realizar una radiografía intrabucal en un paciente vivo.
En la actualidad, las técnicas extrabucales clásicas son difíciles de realizar e interpretar debido a la gran superposición de estructuras óseas, y son del total dominio del radiólogo general o maxilofacial.
Los equipos diseñados específicamente para su realización se denominan craneógrafos, aunqu[1] e también pueden realizarse con aparatos para radiología general e incluso, algunas de sus proyecciones, con los aparatos de radiografía intrabucal.
Dentro de las técnicas frontales, las más utilizadas son aquellas que permiten observar los senos paranasales, fundamentalmente los senos maxilares y que, por tanto, están indicadas en los procesos sinusales.
El rayo central incide perpendicular al plano sagital medio del paciente y al receptor de la imagen, ya que estos dos últimos deben ser paralelos.