Benito Quinquela Martín

Con el beneficio económico obtenido por estas ventas realizó varias obras solidarias en su barrio, entre ellas una escuela-museo conocida como Escuela Pedro de Mendoza.[6]​ Benito adquirió el apellido de su padre adoptivo, Chinchella, que posteriormente sería fonetizado al castellano como "Quinquela".Como a Manuel no le agradaba la idea de que se ganara la vida sirviendo, dejó ese trabajo e instalaron juntos una carbonería en la calle Irala al 1500.[9]​ En 1904 la familia se mudó a la calle Magallanes 970, una zona donde era popular la militancia social y la política parecía ser el camino para construir un futuro mejor.[10]​ Pero las cosas empeorarían al año siguiente en lo económico y su padre pensó que si podía trabajar en política también lo podría hacer en el puerto.Se destacó en esta labor porque pese a su contextura física -era flaco, menudo y huesudo- contaba con una firme voluntad de hierro.[12]​ En esa academia conoció a Juan de Dios Filiberto y otros colegas, con quienes se relacionaría durante toda su vida.Sus padres lo mandaron a la casa de su tío, en Villa Dolores, Córdoba, para que se curara con el aire serrano.[15]​ Su vida fue a partir de entonces muy parecida al vagabundeo: durante un tiempo vivió en la Isla Maciel, donde se relacionó con ladrones y malandras, lo cual no le incomodó.Estas obras, ahora perdidas (excepto por los dibujos en pluma), eran algo torpes pues no había adquirido la habilidad suficiente en sus manos.Junto con Quinquela estudiaron Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebequer, José Arato y Abraham Vigo, todos ellos se inspiraban en los problemas sociales del país según afirma el crítico Jorge López Anaya.Y tras conocer este caso, se cree que adoptó quince chicos más, con el objetivo de descubrir otro talento artístico.La beca consistió en materiales, telas, pinturas, marcos y una sala de exposición alquilada para realizar su primera muestra individual.En el resto del día libre visitó cafés y bares locales intentando conocer gente para montar su nueva exposición.Benito conservó su taller pero volvió a vivir en la casa paternal, ahora propia y retomó su ritmo de trabajo intensivo.La exposición contó con la presencia del presidente Alvear que era también coleccionista de arte y quien al conocer personalmente a Quinquela entabló amistad con el pintor.Su nuevo amigo, el presidente Alvear le aconsejó exhibir las obras en París, en ese momento considerada la meca del arte.Estos trabajos no fueron tomados en serio por Quinquela, se paseaba entre los pintores como un observador entremezclado, los consideraba innecesariamente extravagantes, más tarde le diría a Andrés Muñóz:El público no se presentó enseguida pero lo fue haciendo a medida que aparecieron las críticas favorables de la prensa local.Terminó la celebración y Quinquela empezó los preparativos para exponer en Italia e Inglaterra además de dos pinturas que se colocaron en el Teatro Regina.Una vez preparadas sus pinturas, se embarcó en el vapor Conte Verde rumbo a Italia, visitando Roma, Milán y Nápoles.En este lugar un periodista del Daily Express entrevistó a Quinquela y le preguntó por qué no dibujaba mujeres.No se separó de su madre hasta que ésta falleció en 1948, pero tampoco abandonó sus primeras amistades, la Peña del Tortoni por él inaugurada, ya era un clásico en la vida porteña.[26]​ En 1943 viajó a Tucumán invitado por el gobierno provincial, se presentó con veinte cuadros al óleo y por primera vez en su carrera con grabados.Se chocó con un contratiempo, el dueño del terreno quería cincuenta mil pesos, una cifra muy elevada pero que fue aceptada por Quinquela.Después de duras negociaciones el valor bajo a los setenta mil pesos y provocó que Benito se endeudara para cumplir su deseo.Todas las escenas portuarias pintadas por Quinquela son homenajes al trabajo, protagonizadas por figuras humanas, dinámicas y en constante movimiento cargando bolsas de carbón.Fue autodidacta, jamás estudió pintura en un establecimiento educativo, decía que el exceso académico atentaba contra la originalidad y la personalidad de la obra.Quinquela siempre fue un autodidacta acérrimo y negaba rotundamente el progreso a partir de los programas formales que ofrecían las instituciones oficiales.Aunque Quinquela siempre siguió al clasicismo antes que modernismo, consideraba a la vanguardia como un peligro para la estética y la sensibilidad del arte.
Benito Quinquela Martín en su taller.
Cuadro Regreso de la pesca exhibido en un mural en la calle Caminito.
Muestra de Madrid, 1923
Monumento a Quinquela y Escuela-Museo Pedro de Mendoza.
Lactario Municipal Nro. 4.
Hospital Municipal de Odontología.
Calle caminito, obra colectiva de Quinquela Martín.
Mausoleo de Quinquela Martín, en el cementerio de la Chacarita.
Prensa para aguafuertes de Quinquela, exhibida en el Museo Escuela Pedro de Mendoza.