La alpargata se teje artesanalmente en telares triangulares caseros utilizando pabilo (hilo de algodón), combinando distintos colores.
Se compone de la capellada o capellá (parte superior que cubre al empeine y la parte delantera del pie), «talonera» (parte que forma el arco del talón) y el «atadero» (también llamado «correíta», que sirve para sujetar la capellada a la talonera).
También se puede dividir entre planas, como las tradicionales, y las de talón alto, que suelen incorporar una cuña.
En España estuvo extendida también como calzado obrero urbano o incluso como calzado para los soldados, y en la actualidad se usa corrientemente como prenda informal en los meses más calurosos, del mismo modo que en México, otros países del Caribe y Estados Unidos.
Útiles para quienes podían así cumplir largas jornadas cómodamente calzados, fue desde entonces usada como aliada de jornadas bajo la lluvia veraniega por campesinos y acompañó la rítmica pisada del baile popular.
Las alpargatas entraron en el escenario político argentino durante los momentos previos a los períodos presidenciales de Juan Domingo Perón al asociársela con la clase obrera.
En cambio en Uruguay (donde también son de uso rural y artístico) así como en Chile y Perú se utiliza, comúnmente, en verano para ir a la playa, o para realizar cualquier actividad al aire libre.
En Venezuela es un calzado ligero y cómodo, muy apropiado para el clima tropical, usado sobre todo por los guajiros, aunque también la alpargata es utilizada en la región de los llanos venezolanos, los indígenas de la zona la utilizan bien sea en Barinas, Elorza y San Fernando, también en muchas áreas rurales del país.