Para llevar la marca «trapense», los quesos tienen que ser elaborados en el monasterio o a proximidad por monjes o monjas, la gestión de la quesería tiene que ser subordinada a la vida monástica, y los beneficios tienen que invertirse únicamente en el sustento del monasterio y en obras de caridad.
Hay gran variedad de ellos, y las cortezas pueden ir desde el color blanco al dorado u ocre.
Existen varios quesos reputados que fueron creados y fabricados en su origen por monjes trapenses, pero cuya marca comercial y elaboración han sido cedidos a grandes queserías.
Debido a su gran éxito y para proteger su autenticidad, los monjes registraron la marca «Port Salut» en 1874, y se decidió que las imitaciones llevarían la denominación «Saint Paulin».
Ante la expansión del mercado y de la producción, en 1959 los monjes decidieron vender el nombre a la sociedad anónima «Les Fermiers Réunis».