Los moldes se mantienen sobre tablas de madera en la cocina, para que el calor ayude a secar la cuajada durante varios días.
Una vez sacados del molde, se sala el queso por una cara y pasados unos días por la contraria.
En estas condiciones se desarrollan en el queso hongos del tipo penicillium, lo que le aporta las zonas y vetas de color azul-verdoso.
El queso apenas presenta corteza, ya que tiene una superficie de forma untuosa y blanda similar a la del interior.
El mito del queso cabrales y los gusanos se debe con seguridad a la aparición de larvas de la mosca Pyophila casei en productos durante cuya elaboración, almacenaje o transporte no se han observado las garantías higiénicas oportunas.