En su época, apodada Puerta del Arenal, era el principal punto de acceso a la ciudad.
El discurso de Cisneros era quemar todo relato que contribuyera a la impiedad mahometana.
Con ese pretexto se quemaron coranes y obras religiosas (una ofensa para la sociedad musulmana) pero también mucha poesía e historia.
Los granadinos de la época eran grandes literatos, amantes del verso, y destacaba sobre todo la poesía sufí elaborada por maestros espirituales.
Entre las cenizas que dejó Cisneros, ardieron poemas y reflexiones del célebre poeta granadino Ibn-al-Jatib.