En 1916 Carl Stumpf (1848-1936), filósofo y psicólogo alemán, distinguió entre la escucha dicótica, la cual se refiere al estímulo de cada oído con un sonido diferente, y la escucha diótica, la estimulación simultánea de ambos oídos con el mismo sonido.
[5][6] La consideración científica de la escucha binaural comenzó antes de que el fenómeno fuera tan conocido, principalmente con las ideas articuladas en 1792 por William Charles Wells (1757–1817), impresor y médico escocés-estadounidense del Hospital Saint Thomas, Londres.
Alison basó su estetófono en el estetoscopio, un invento previo de René Théophile Hyacinthe Laennec (1781–1826).
Esto le permitía al médico identificar la fuente del sonido a través de la audición binaural.
Subsecuentemente, Alison se refería a este invento como el "estetoscopio binaural", describiéndolo como: …un instrumento que consiste de dos tubos, trompetas o estetoscopios, provistos con tazas recolectoras y pomos, uno para cada oído respectivamente.
El tejido nervioso puede generar actividad oscilatoria alimentada por mecanismos dentro de las neuronas individuales, así como por interacciones entre ellas.
Éste también puede ajustar la frecuencia para sincronizarse con la periodicidad de un estímulo acústico o visual.
La percepción de los pulsos binaruales se origina en el colículo inferior del mesencéfalo y en el complejo olivar superior del tronco del encéfalo, donde las señales auditivas de cada oído se integran y precipitan impulsos eléctricos a lo largo de vías neuronales a través de la formación reticular, desde el mesencéfalo al tálamo, la corteza auditiva primaria y otras regiones corticales.
[44][45][46][47][48][49][50][51][52][53][54] Además, las ondas cerebrales se alteran en respuesta a los cambios en los estímulos ambientales, incluyendo el sonido y la música, y mientras el grado y la naturaleza de la alteración es parcialmente dependiente de la percepción individual, de tal forma que el mismo estímulo puede producir cambios diferentes en las ondas y sus lecturas correspondientes en el electroencefalograma en diferentes sujetos, la frecuencia de las ondas cerebrales corticales, como resultado de la medición en el EEG, también se ha demostrado que estas se sincronizan o entrenan con aquellas de los estímulos externos acústicos o fóticos, con alteraciones que acompañan al estado cognitivo y emocional.
[57] Por tanto, el término sincronización ha sido usado para describir una tendencia compartida de muchos sistemas físicos y biológicos a sincronizar su periodicidad y ritmo a través de la interacción.
Esta tendencia ha sido identificada como específicamente pertinente al estudio del sonido y la música en general, en particular a los ritmos acústicos.
Posterior a tales investigaciones, surge evidencia significativa para mostrar que tal escucha produce conducción auditiva por la cual los conjuntos de neuronas corticales sincronizan sus frecuencias a aquellas del pulso binaural, con cambios asociados en la experiencia subjetiva reportada de estados emocionales y cognitivos.
[95] Muchos de los reportes antes mencionados se basan en el uso de estímulos auditorios que combinan pulsos binaurales con otros sonidos, incluyendo la música y el habla guiada.
[96] Muy pocos estudios han buscado aislar el efecto de los pulsos en los participantes.
[98][99][100][101][102][103][104][105] Mientras tanto, los beneficios terapéuticos de escuchar sonidos y música, sea el resultado atribuido a la sincronización neural o no, son un principio bien establecido sobre el cual la práctica de la terapia musical receptiva se encuentra fundamentada.
[119][120][121][122] Específicamente, algunas investigaciones muestran que las lecturas del electroencefalograma registradas mientras el sujeto está meditando, son comparables a aquellas mientras la persona escucha pulsos binaurales, caracterizados por la actividad incrementada en las bandas alfa y theta.