Lleva el nombre del concejal del ayuntamiento salmantino que impulsó el proyecto de un nuevo puente para Salamanca, logrando evitar las modificaciones que se planeaban en el viejo puente romano.
En 1891 se propone desde la Dirección de Carreteras la ampliación del Puente romano de Salamanca, con voladizos para ensancharlo, y permitir su uso al nuevo medio de transporte: el automóvil.
[1] Gracias a las gestiones del concejal Enrique Estevan Santos finalmente se decide construir un nuevo puente aguas arriba.
Fue el cuarto puente sobre el Tormes en Salamanca, tras el puente Romano y dos del ferrocarril (el del Pradillo y el de la Salud), y en realidad el quinto puente de Salamanca si se tiene en cuenta el puente de Soto, sobre el arroyo de Santo Domingo (delante del convento de San Esteban).
El puente se iluminó en 1998, proporcionando una visión nocturna artística.