Algunos autores, sin embargo, han usado el término actitud para referirse a la totalidad de la vida interior ―la masa apereceptiva de ideas, opiniones y disposiciones mentales― en contraste con las pautas y hábitos manifiestos.
[cita requerida] Sobre la base de una significación tan amplia e imprecisa, tanto profanos como psicólogos continúan considerando que los términos opinión y actitud son sinónimos.
En primer lugar, si bien no deben ser confundidas con imágenes o ideas verbalizadas (palabras), las actitudes están generalmente asociadas a imágenes, ideas u objetos externos de la atención.
En tercer lugar, las actitudes –al menos las más significativas- están vinculadas con sentimientos y emociones.
“La actitud no se agota en la acción misma, sino que es una forma relativamente estable que se reproduce cada vez que se presenta la correspondiente configuración, de ahí lo imprescindible de postular una «disposición», una «tendencia a actuar», con lo cual tiene nuevamente cabida un elemento de introspección”.
En psicología social, por el contrario, se considera a la actitud como una respuesta de toda nuestra personalidad (afectiva, intelectual, etc.).
Jack H. Curtis ha puesto en claro este aspecto de las actitudes por lo que escribió: “Las actitudes son predisposiciones a obrar, percibir, pensar y sentir en relación a los objetos y personas.
Edward E. Jones y Harold B. Gerard escribieron: “Los artículos editoriales de los periódicos pueden dirigir nuestra atención hacia algún problema social o político con la esperanza de estimularnos a la acción”.
Si no existiese una actitud o respuesta característica en cada persona, sería imposible poder predecir su comportamiento.