Luego la modificaría cuando tuviese que realizar la misma tarea con otros participantes; juntos pero no revueltos llegarían a un consenso.
Lo más interesante es que luego, al volver a colocar al sujeto en soledad, y repetir la experimentación, éste mantenía constancia con la ubicación consensuada por el grupo, aunque hubiese sido diferente a su primera apreciación individual.
El experimento demuestra no sólo que el sujeto individual está más dispuesto a modificar sus percepciones bajo la influencia de un grupo, sino también que tenderá a mantener una diferencia entre su percepción individual inicial que tenderá más hacia la percepción grupal, aún separado de la influencia del grupo.
Los sujetos no se conocen entre sí antes de ser reunidos en grupo, lo que permite una igualdad funcional, ya que en esta tarea todos tienen igual peso a la hora de establecer una decisión.
Sin embargo, en la vida real median otros factores, como las relaciones previas de amistad, el estatus o el prestigio, e incluso posiciones ideológicas, que pueden afectar, modular e incluso eliminar la convergencia en la opinión de los sujetos, cada sujeto piensa, actúa de una manera que le agrade a los demás siempre y cuando busque "encajar" y no ser rechazado.