La prueba de realidad no se centra necesariamente en la fuente del comportamiento o del pensamiento, sino más bien en el hecho de que los pensamientos actuales están influyendo en el comportamiento aquí y ahora.
[2] La prueba de realidad puede utilizarse de esta manera para facilitar experiencias emocionales correctivas, demostrando que son incorrectas determinadas expectativas negativas o poco realistas, y favoreciendo pensamientos y comportamientos más adaptativos.
[3] Métodos psicoterapéuticos como la terapia racional emotiva conductual o las terapias cognitivo-conductuales confían intensamente en la capacidad del paciente para autoexaminar frecuentemente sus pensamientos internos y evaluar cómo influyen en sus percepciones, juicios y comportamientos (la misma realidad puede ser percibida de modo diferente según los pensamientos que se tengan: el optimista ve el vaso medio lleno, y el pesimista, medio vacío).
Pruebas de realidad continuas y dirigidas por los terapeutas pueden enseñar a los pacientes cómo examinar luego por sí mismos sus propios pensamientos y comportamientos sin la ayuda del profesional.
[6] Si el paciente muestra una capacidad limitada para efectuar con éxito esta prueba de realidad, ello puede indicar una enfermedad mental.