Provincia de Huamanga

El origen del nombre probablemente viene de *wama-nqa que significa '(lugar) donde sale la luz'.

Además, fue un espacio para la formación y participación política comunitaria de las mujeres luego del CAI, evidenciandose que las mujeres tenían mayor protagonismo político en espacios separatistas, pues sus voces fueron más influyentes en las decisiones futuras de esta organización.

En el contexto de la cultura andina, esta subordinación femenina se manifiesta como una arraigada tradición en estas comunidades.

La mujer andina peruana ha experimentado la dominación masculina como una faceta inherente a la organización social basada en géneros, donde su confinamiento al ámbito doméstico también se inscribe en una tradición ancestral[3]​.

Además, existen reglas, normas y valores culturales que determinan la división del trabajo al interior de la unidad familiar.

Estas eran las únicas funciones que podía desarrollar la mujer dentro de las distintas provincias ayacuchanas como su capital, Huamanga.

Fue por ello que la incorporación activa de las mujeres en la sociedad se dio gracias a la educación.

La participación comunitaria es un proceso social en el que grupos específicos identifican problemas en la comunidad y buscan soluciones [8]​.

En ese sentido, las mujeres ayacuchanas que durante el CAI comienzan a ser designadas al frente familiar, fueron las que mayor esfuerzo hicieron para desarrollar capacidades con el fin de proteger a su familia y salvarse de los abusos.

[9]​ Asimismo, las mujeres viudas de distintas provincias como Vilcashuamán, Accomarca y Huambalpa comienzan a realizar acciones que eran propias de los varones, como el trabajo en la chacra (ellas mismas estaban obligadas a trabajarlas)[9]​.

Luego del CAI las mujeres huamanguinas que quedaron viudas comenzaron a crear distintas organizaciones con el fin de poder realizar entre ellas un cuidado y apoyo mutuo[4]​.

Consolidando, así, una nueva participación ciudadana dentro de todas las limitaciones que tenían.

Por ello, se movilizaron marchas con el fin de instaurar la paz y exigir justicia a las instituciones correspondientes.

Además, las mujeres comienzan a elaborar acciones que se desarrollan desde el exterior, hacia la comunidad, como programas sociales Qaliwarma, Pensión 65, PAIS (tambo).

Estos espacios comenzaron a contar con una forma de organización definida y con una junta directiva constituida por las mismas mujeres.

Como consecuencia de esta organización, pocos días después sus principales líderes viajaron a Lima para poder denunciar ante el Estado por sus víctimas desaparecidas, realizaron una protesta en el campo de marte en donde se encontraron con un senador ayacuchano que las pudo asesorar legalmente para que realicen las gestiones necesarias [12]​.

[12]​ Desde 1984, estas mujeres se unieron a otras organizaciones como el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) o la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS), pero con resultados limitados debido a la discriminación estatal.

[12]​Además, ANFASEP tuvo diversas esferas que promovieron mecanismos y espacios de participación.