Tras la Invasión de Irak en 2003, se la denomina como "Camp Redention", aunque es más conocida por su nombre oficial original.[cita requerida].
En opinión de algunos oficiales del Reino Unido, la prisión debía haberse demolido, pero esto fue vetado por las autoridades estadounidenses.
En el mismo mes, George W. Bush, presidente de Estados Unidos, anunció que la prisión sería demolida previo acuerdo con las autoridades iraquíes; el jefe del gobierno de transición iraquí puntualizó, sin embargo, que la prisión no sería destruida.
Por otro lado, el ejército estadounidense está finalizando su propia investigación, cuyos resultados parecen aún más escabrosos.
El bioético americano Steven Miles escribe en la revista científica “The Lancet” que con ese comportamiento estarían dañando valores éticos de la medicina y los derechos humanos.
Un vocero militar confirmó que la mayoría de los incidentes y acusaciones descritos en el artículo fueron documentados por las fuerzas armadas.
Sólo unas pocas unidades en el Irak y Afganistán habrían posibilitado las inspecciones mensuales que exigen la Convención de Ginebra y los médicos tampoco se preocuparon por dar una atención médica regular a los prisioneros.