Principios del aprendizaje

Los psicólogos educativos y pedagogos han identificado varios principios didácticos también conocidos como leyes de aprendizaje, que son generalmente aplicables a este proceso.

Edward Thorndike desarrolló las primeras tres "Leyes de aprendizaje": Disposición, Ejercicio y Efecto.

Desde que Thorndike definió sus tres leyes básicas en los inicios del vigésimo siglo, cinco principios adicionales han sido añadidos: Primacía, Recencia, Intensidad, Libertad y Requisito.

Un individuo aprende mejor cuando está preparado de manera física, mental y emocional para ello, siendo lo opuesto si no ve ninguna razón para hacerlo.

Lograr que los estudiantes estén preparados para aprender, crear interés demostrando los beneficios del trabajo, y proporcionar un reto mental o físico continuo, son por lo general las responsabilidades de un profesor.

En otras palabras, cuando el alumno está listo para aprender, se conecta fácilmente con el trabajo del profesor al menos hasta la mitad, simplificando el trabajo.

Ya que aprender es un proceso activo, los estudiantes deben tener descanso suficiente, buena salud y una capacidad física adecuada.

La mente raramente puede retener, evaluar, y aplicar prácticas o conceptos nuevos después de una sola exposición.

El profesor debe repetir los elementos importantes de la lección en intervalos razonables, y proporcionar oportunidades para que los estudiantes practiquen asegurando que este proceso sea dirigido hacia un objetivo.Pero en muchos casos, no hay necesidad de practicar regularmente si la habilidad ya fue adquirida.

Las experiencias que generen sentimientos de derrota, frustración, rabia, confusión, o futilidad resultan desagradables para el estudiante.

Primacía, el estado de ser primero (inicial), a menudo crea una fuerte, casi inamovible, impresión.

Por el contrario, entre mayor sea el tiempo en que un estudiante esté alejado de un nuevo concepto o aprendizaje, será más difícil recordarlo.

La última información adquirida generalmente es más memorable; la revisión frecuente y los resúmenes ayudan a fijar en la mente el material cubierto.

Entre más intenso sea el material enseñado, mayor probabilidad tiene éste de ser retenido.

Por ejemplo, un estudiante puede llegar a obtener más comprensión y apreciación por mirar una película que por leer el guion.

Así mismo, un estudiante tiende a obtener un mayor entendimiento de las lecciones realizando actividades, más que con mera lectura.

Los ejemplos, las analogías, y las experiencias personales también ayudan al aprendizaje a cobrar vida.

Los diseñadores de juegos también colocan un énfasis fuerte en la retro-alimentación, la cual va con la práctica como parte del ejercicio.

Los juegos utilizan la técnica de simplicidad para reducir distracciones, equilibrar la dificultad con la habilidad, y correlacionar las acciones con una retroalimentación correctiva.

Los juegos utilizan la inmersión y la dedicación como medios para crear experiencias irresistibles para los jugadores, lo cual es parte del principio de intensidad.