[5] El mayor responsable político era conocido como Metropolitano (Vladika, en ruso) aunque también traducido como Príncipe-Obispo.
[10] Contaba por entonces con alrededor de ciento veinte mil habitantes, divididos en treinta y seis clanes que poblaban doscientos cuarenta pueblos.
[11] Carecía de caminos carreteros e incluso la capital la formaban apenas un monasterio y unas cuantas casas.
[14] Pedro II tampoco pudo someter a las tribus ni acabar con sus correrías, pero avanzó en el establecimiento de una Administración Pública.
[14] En esta tarea contó con la ayuda rusa, cuyo Gobierno también enviaba intermitentes subsidios al obispo.
[15] Ese mismo año, una visita del obispo a Rusia reforzó su poder y le permitió obtener un aumento en los subsidios.
[18] Aunque lo logró, la posición del Gobierno central seguía siendo débil y dependiente de Rusia.
[18] Pedro falleció de tuberculosis en 1851, tras nombrar heredero del trono obispal a su sobrino Danilo, educado en Rusia y sin formación religiosa.