Un mes más tarde, firmó el Tratado de Wuchale con el gobierno italiano, el cual presentó dos versiones distintas.
Finalmente, en diciembre de 1894, esta presión culminó con una campaña militar en todo el río Mareb en Tigray (en la frontera con Eritrea).
Los italianos esperaban que los diversos pueblos de Tigray se unieran a ellos para combatir a Menelik II, sin embargo, todos los clanes de las etnias tigray y amárica acudieron en ayuda del emperador.
Unos, motivados por el nacionalismo para luchar contra el colonialismo italiano, y otros, presionados por el propio Menelik II.
El General Baratieri había previsto un ataque temprano en la mañana, con la esperanza de que su enemigo se encontraría dormido y poco preparado.
El resultado fue una amplia victoria para las tropas etíopes de Menelik, la cual se explica principalmente por la desproporción numérica entre las fuerzas beligerantes.
Los prisioneros italianos fueron tratados como prisioneros de guerra, pero a los 800 askaris eritreos que capturaron, se les consideró traidores por los etíopes, y su castigo fue la amputación de sus manos derechas y sus pies izquierdos.