Lo opuesto son las preguntas cerradas, que exigen un “sí”/“no” o una respuesta breve.
Peter Worley sostiene que se trata de una suposición falsa.
Sostiene que los profesionales de la educación deberían plantear preguntas «gramaticalmente cerradas, pero conceptualmente abiertas».
[4] Por ejemplo, en el lenguaje normal, «¿Es correcto mentir alguna vez?» se consideraría una pregunta cerrada: suscita una respuesta de sí o no.
El OQM fomenta un estilo de pedagogía que valora la investigación genuina en el aula.