Los estudios han demostrado que no hay aumento en la cantidad de BST secretada en la leche cuando a una vaca se le inyecta rBST.Sin embargo, los estudios son menos claros acerca de si la IGF-1 y la IGF-2 aumentan o no la producción.Las mayores polémicas son debido a que estas hormonas se administran en cantidades elevadas a las vacas, y causan una serie de efectos secundarios en ellas entre los cuales se incluyen la mastitis, la cual genera dolor e inflamación de la ubre produciendo infección y pus (el cual pasará a la leche con el ordeño), por ello se administran antibióticos tratando disminuir la infección y la inflamación.Estas conclusiones son particularmente serias y preocupantes cuando se trata de infantes como consumidores.Debido precisamente a que en sus organismos los sistemas todavía están desarrollándose, el sobrestímulo prematuro del crecimiento por ingestión sostenida de IGF-1 en niveles elevados es una verdadera preocupación (por su interferencia o injerencia en el aparato reproductor, que también está aún desarrollándose).