[3] Un programa para procurar su recuperación y preservación elevó a finales de 2007 su población censada hasta casi los mil trescientos ejemplares.[9] Este tronco común se fue a lo largo de los siglos diferenciando por las condiciones ambientales y la intervención de procesos de mestizaje dando origen a las diversas razas afines a la gallega que se extienden por la fachada atlántica europea desde Portugal hasta Escocia e Islandia.Pese a vivir tradicionalmente en régimen de libertad en las áreas montañosas del relieve gallego, principalmente en grupos o manadas, el caballo gallego fue explotado por la actividad humana en la antigüedad como animal de combate, y posteriormente destinado a la montura y las labores rurales, siendo en menor medida, por las características de su carne, su empleo para la producción cárnica y el consumo.Según estudios sobre su parentesco genético[12] se encuentra estrechamente emparentado con otros subtipos del ámbito cantábrico-pirenaico como la jaca navarra y la pottoka.Posteriormente se ha establecido su más estrecho parentesco con la raza monchina, no incluida en anteriores estudios.La capa debe de ser obligatoriamente castaña o negra y no son admitidos como caballos de esta raza todos aquellos que tengan otros colores diferentes y se consideran defectos marcas blancas o de otros colores en la frente o en las patas.En general, su aspecto físico le define como un caballo fuerte, robusto y pequeño, adaptado a las montañas del Macizo Galaico.