Fue esta institución la que decidió abordar la construcción de un coso taurino donde practicar la lidia de toros, tan enraizada entonces en la localidad.
La decisión, tal como aparece en la transcripción, fue consentida por el Cabildo de Aracena, del que dependía Campofrío en los inicios del siglo XVIII.
No será hasta 1753 cuando un Real Privilegio, otorgado por Fernando VI, y gracias al consentimiento del Conde de Altamira, intitulado Príncipe de Aracena, concediera a Campofrío el título de «villa de por sí y sobre sí».
El edificio está exento en todo su perímetro, y la entrada principal se sitúa mirando al oeste y destaca por su palco presidencial que hace de elemento principal diametralmente opuesto a los corrales de los toros.
Desde 1960, la Lotería Nacional ilustró sus billetes con temas monográficos variados.