Plaza Primero de Mayo (Buenos Aires)

Debido a la necesidad de los creyentes de religiones no católicas (llamados disidentes), como protestantes o judíos, se les hizo necesario poseer un cementerio, ya que los cementerios eran solo para personas fallecidas en la fe católica.

Frente a la necesidad de un nuevo cementerio de disidentes en el año 1833 se estableció allí el segundo cementerio disidente, que estuvo administrado por una comisión compuesta por ciudadanos alemanes, estadounidenses e ingleses.

También fueron enterrados los primeros judíos que vivieron en Buenos Aires, a partir de 1870.

Sus restos se encuentran hoy en el Cementerio Británico, y su bóveda es Monumento Histórico Nacional.

El mismo día de la inauguración se descubre también el monumento Al Trabajo del escultor Ernesto Soto Avendaño (1886-1969), que había obtenido el primer premio de escultura en 1921, y que fue adquirido por el Concejo Deliberante para ser ubicado en esta plaza.

Plaza 1.º de Mayo.