Plaga de la filoxera de la vid en España

La filoxera entró en la península ibérica por tres focos: Oporto, Málaga y Gerona.

La plaga arrasó fácilmente los viñedos porque no tenían resistencia genética a la filoxera.

Joan Miret propuso la creación de un «cinturón sanitario» (cortafuegos) en los Pirineos Orientales (desde la costa hasta Figueras).

Sin embargo, los viticultores del Alto Ampurdán no estaban dispuestos a arrancar sus viñas, por lo que contactaron con Pau Olivier, quien formó parte en la lucha contra la filoxera en el vecino departamento francés de los Pirineos Orientales.

Con la filoxera ya en España, entraron en funcionamiento las Brigadas Antifiloxéricas (dirigidas por Joan Miret) para formar el «cinturón sanitario».

Entre 1880-1881 la filoxera llegó al Bajo Ampurdán; en 1882 entró en la provincia de Barcelona por Tordera y se extendió en la región vitícola del Maresme en 1883.

Esta plaga se detectó la primera vez en Echauri, un pueblo muy cercano a Pamplona en 1896.

Al igual que en Cataluña, la Diputación de Logroño estableció un «cordón sanitario» (conocido como Plan Logroño) aprovechando al máximo la geografía del terreno y así minimizar las superficies de cultivo afectadas.

Cuando en 1896 llegó la filoxera a Navarra, de las dos soluciones posibles para enfrentarse a ella, la situación socioeconómica del momento requería solamente el cambio por plantas americanas, ya que el tratamiento con sulfuro de carbono era poco rentable.

Los conflictos entre ellos y el personal técnico fueron cotidianos, especialmente si se trataba de tomar medidas que les afectaba materialmente.

Esta crisis estructural no solo había causado una descapitalización alarmante entre los viticultores, sino que también provocó, a la vez, la falta de perspectivas positivas que en nada beneficiaba una lucha enérgica contra la plaga.

La única solución eficaz para hacer frente a la filoxera fue -y lo es aún hoy en día- la replantación del viñedo con variedades de vid americana, o bien injertando variedades europeas sobre pies americanos, o bien utilizando productores directos.

La segunda es la replantación realizada por los propietarios económicamente bien situados, acompañada de alguna iniciativa colectiva.

Poco después, el Real Decreto del 29/01/1900 declaró la provincia invadida por la filoxera poniendo así la base de una eventual replantación.

También la Diputación se mostró muy decidida para empezarla cuanto antes, autorizando la introducción de plantas americanas para crear viveros en las zonas afectadas.

La segunda explicación va más al fondo y refleja un conflicto de clase subyacente.

La oferta de Guillermo Varela, un viticultor de Orense que apareció en La Rioja ofreciendo un remedio milagroso y barato contra la filoxera, y la sorprendente movilización entre los viticultores riojanos en su favor demuestran muy bien esta componente del conflicto.

Entre ellas también se hallaban algunas bodegas, como, por ejemplo, las Franco-Españolas que tenían representación en 16 municipios de la provincia.

La Caja Vitícola se parecía bastante a los bancos agrarios existentes entonces en la Península, con intereses bajos y una estrecha relación con la agricultura, solo que en este caso sirvió particularmente para el sector vitícola y, en concreto, para la replantación de viñedos.

Sin embargo, la filoxera no fue tan virulenta y extendida como en el resto de España.

Independientemente, la filoxera siguió río Duero arriba hasta llegar a Toro en 1892.

Sin embargo, el suelo arenoso al sur del río sirvió como frontera natural para su avance hacia el sur, por lo que aún hoy se conservan cepas de viñas autóctonas (no americanas) en Segovia y Valladolid.

Se propuso también la creación de un «cinturón sanitario», pero nadie lo llevó a la práctica.

Este foco acabó abarcando a toda Andalucía, llegando al último rincón de Sierra Morena en 1912 (34 años).

Al año siguiente fue detectada en Sanlúcar y en El Puerto de Santa María.

Sin embargo, un pequeño barco remontó el río Tinto con cepas filoxeradas, desembarcando en San Juan del Puerto.

En uno de estos municipios, Almendralejo, se creó un vivero para cambiar por las plantas americanas.

El corazón de Castilla-La Mancha, con sus suelos arenosos, resistió y sigue resistiendo a la filoxera, por lo que aún se conservan los pies originales del siglo XIX, representando actualmente más de la mitad del viñedo manchego.

Aproximadamente la cuarta parte de la superficie vitícola española mantiene las plantas autóctonas, en las zonas donde la filoxera no puede prosperar por las características del suelo.

Filoxera
Detalle de una caricatura de 1885 en la que aparece la filoxera de la vid como una de las plagas que azotaban España en aquella época.