Son plantas dioicas, con flores masculinas y femeninas separadas que aparecen en pies distintos.
Las flores son apétalas y se agrupan en racimos, su color es variable, del púrpura al verde.
Muchas especies de este género son plantas desérticas o adaptadas a la sequía estival propia del clima mediterráneo y por eso tienen una alta tolerancia al suelo salino , como ejemplo, el pistachero (Pistacia vera) tolera aguas que contengan hasta 3-4 ppm de sales solubles.
[1] Son bastante resistentes bajo sus requerimientos ecológicos, y pueden sobrevivir a temperaturas que van desde -10 °C en invierno, hasta 40 °C en verano.
Su desarrollo es lento y sólo comienzan a fructificar después de unos siete o diez años desde el nacimiento.
La cornicabra es más abundante en las montañas y el interior mientras que el lentisco prefiere en zonas donde la influencia del mar impide o modera las heladas.
Hay especies con áreas muy reducidas que abarcan solo una, o un grupo de islas del Mediterráneo.
En la costa oriental, Siria, Líbano e Israel, Pistacia palaestina ocupa el mismo nicho ecológico de estas especies y también se conoce como terebinto.
En la costa occidental del Mediterráneo, Canarias y Oriente Próximo, se pueden confundir con Pistacia atlantica.
La especie más importante económicamente es el alfóncigo o pistachero (Pistacia vera), por sus semillas comestibles, llamadas pistaches.
El pistachero chino Pistacia chinensis se emplea como árbol ornamental, valorado por sus hojas otoñales rojizas; además es la más tolerante al frío de las especies del género.