Entre los siglos XV al XIX, las aguas en Malasia jugaron un rol destacado en las luchas de poder en el Sudeste asiático.
[2] Durante los siglos XVIII y XIX la piratería en el estrecho fue en aumento en la medida que los colonizadores europeos llegaron a la región.
Piratas chinos, desaforados de la dinastía Quing, también llegaron al estrecho para cometer delitos y robo a barcos mercantes.
En los años 1830, el control de las potencias coloniales en la región era Británico y Holandés, que acordaron frenar la rampante piratería.
Esta línea de demarcación se convirtió en la actualidad en la frontera en el estrecho entre Malasia e Indonesia.