Era conocido por sus posiciones críticas hacia las políticas de inmigración indiscriminada y el fundamentalismo islámico.
Su primera obra, publicada en 1997, llevaba el expresivo título Contra la islamización de nuestra cultura, en la que consideraba al islamismo una ideología retrógrada y homófoba que se estaba haciendo fuerte en Europa con el beneplácito de la clase política atrapada en su retórica multiculturalista.
Para Fortuyn, el problema radicaba en "una ideología hostil a nuestra cultura", el fundamentalismo islámico, que no considera legítimo un gobierno laico, no acepta la igualdad de las mujeres ni respeta los derechos de las minorías (como los homosexuales).
Pero entre la ciudadanía su popularidad no hizo sino aumentar y los sondeos le otorgaban enormes expectativas de éxito.
En opinión del periodista estadounidense Bruce Bawer, que vivía entonces en Holanda, «su energía intelectual y su determinación moral no encajaban en absoluto con el burocrático ambiente del poder holandés, obsesionado con el consenso general».
[4] Fortuyn criticó la cultura islámica y argumentó que la islamización se está produciendo en la sociedad holandesa.
Esta declaración estaba en línea con su frecuente denuncia del multiculturalismo, que era dominante en la política y los medios de comunicación en ese momento.
Al comentario del entrevistador de que a Fortuyn no se le permitió decir eso de su partido, Fortuyn respondió con "Bueno, ya no debería preocuparme tanto por eso".
[9] Durante la reunión en la que se produjo esa ruptura, Fortuyn exclamó emocionado: "¡Aquí tenemos [..] una maldita quinta columna!
Las comparaciones con los políticos Jörg Haider y Jean-Marie Le Pen fueron introducidas en Países Bajos por los medios extranjeros.
Las elecciones las ganaron la democristiana CDA y la Lista Pim Fortuyn (que decidió mantener a su líder como cabeza de lista y obtuvo 26 diputados, convirtiéndose en la segunda fuerza del Parlamento), mientras que el partido socialdemócrata PvdA, que tanto había denigrado a Fortuyn, recibió un severo castigo, viendo reducida su representación a la mitad.
También el liberal VVD, que también se había destacado por su oposición a Fortuyn, sufrió importantes pérdidas electorales.
Muchos consideraron a la somalí Ayaan Hirsi Ali, diputada desde 2003 con los demócratas liberales, la sucesora natural del legado de Fortuyn.