A lo largo de su trayectoria, compagina la docencia y la investigación con la creación literaria.
[1] Tanto en sus novelas como en su narrativa breve, usualmente inscritos dentro del terror o el fantástico siniestro, Pedraza presenta personajes, en su mayoría femeninos, atravesando escenarios y situaciones inquietantes, en los que la presencia de lo sobrenatural (muertos que retornan a la vida, brujería, demonios, posesiones, objetos encantados) se asocia a la locura, la muerte y el placer sadomasoquista, hasta degradarse en pasiones mucho más terribles como la necrofilia, el canibalismo o la zoofilia.
En la trilogía formada por La bella, enigma y pesadilla (1991), Máquinas de amar.
Descenso a las criptas de la literatura y el cine (2004), premio Ignotus al mejor libro de ensayo 2005, explora distintas facetas del miedo y la fascinación que provoca en el hombre la imagen de la mujer siniestra, vista como seductora letal, androide sin alma o cadáver que desafía la muerte.
Venus barbuda y el eslabón perdido (2009) prosigue esta vía de investigación, abordando esta vez a la mujer barbuda o velluda como freak que transgrede la frontera entre los dos sexos y vincula a la mujer con la animalidad.