Este anfibio es actualmente considerado uno de los animales más tóxicos y venenosos del mundo.
P. terribilis tiene pequeños discos adhesivos en los dedos de sus patas que le ayudan a trepar plantas.
Como todas las ranas dardo, los adultos están brillantemente coloreados, aunque carezcan de las manchas oscuras presentes en otros dendrobátidos, y su patrón de color es aposemático —una pigmentación para advertir a los depredadores su toxicidad—.
La batracotoxina[7] únicamente se halla en tres ranas tóxicas de Colombia (género Phyllobates) y tres aves tóxicas de Papúa Nueva Guinea: Pitohui dichrous, Pitohui kirhocephalus e Ifrita kowaldi.
Otras toxinas afines son la histrionicotoxina y la pumiliotoxina, presentes en especies de ranas del género Dendrobates.
En cautiverio, debido a que la comida fácilmente adquirible —como moscas de fruta y grillos pequeños— no es rica en el alcaloide que se necesita para fabricar batracotoxina, las ranas dardo doradas no la producen y terminan perdiendo su toxicidad.
Entonces, todas las ranas venenosas cautivas pierden su toxicidad cuando son privadas de ciertos alimentos y las nacidas en cautiverio son inofensivas, pero una rana venenosa proveniente de estado salvaje puede retener los alcaloides por años.
La gente emberá, cuidadosamente, expone la rana al calor del fuego para que exude pequeñas cantidades de fluido venenoso.
Puede que ocurran disputas ocasionales, pero las heridas son raras y ninguna muerte se ha reportado como resultado de tales conflictos.