Es una pieza rectangular de grandes pliegues (véase las cariátides del Erecteión) doblada en dos para cubrir el cuerpo y luego cosida con el fin de formar una especie de tubo cilíndrico, donde la parte superior desciende sobre el pecho (y, a veces, también sobre los hombros).
Se llevaba a veces con una pequeña capa en la misma tela.
Cada año, en la fiesta de las Panateneas, se ofrecía a Atenea un peplo bordado.
[2] El peplo desaparece progresivamente con la aparición del lino, que permite la confección de prendas de vestir más amplias y más flexibles, para ser sustituido por el quitón.
En torno al siglo V, se podían distinguir los peplos:[4]