[2] Sin embargo, los ciudadanos nobles usaban colores brillantes para expresar su riqueza, ya que la ropa teñida era más cara.
Los hombres no tenían problemas con la desnudez, mientras que las mujeres solo podían estar desnudas en los baños públicos.
Habitualmente, solían confeccionarse en casa, y las telas rectangulares, de lino o lana, eran cortadas en varias longitudes.
Además, como eran la capa más externa del vestido, los epiblemata tenían un mayor potencial para la comunicación personal y la exhibición.
En el Ion de Eurípides, Creúsa, reconoce a su hijo Ion, ya adulto, al que había abandonado años antes por los tejidos que le había hecho y puesto en su canastilla de recién nacido, como una tela con una Gorgona con sus serpientes bordada en el centro.
Al igual que en la cariátide de la derecha, el quitón dórico tiene un pliegue en la parte superior o apoptigma.
Se podía colocar simplemente sobre el cuerpo o llevar con una superposición parcial en los hombros, siendo esta la disposición más común para las mujeres.
En la cintura, el exceso de tela se detuvo con el zoster (ζωστήρ), un cinturón que determinaba un drapeado que también podía originar dos grandes mangas abocinadas; más tarde se colocó otra cinta delgada y elegante, a la vista, debajo del pecho.
Podía apoyarse en ambos hombros o sólo en el izquierdo, dejando así libre al derecho, una solución preferida por los que realizaban tareas manuales.
Muy probablemente la parte del quitón que sobresalía, la cual también podía ser una prenda independiente se llamaba diplois (διπλοἷς) o diploïdion (διπλοἷδιον).
Las partes delantera y trasera podían abrocharse juntas cruzando los hombros o se podían cruzar los bordes en varios sitios mediante fíbulas o broches; de esa forma el brazo desnudo se hacía visible a intervalos, y por tanto el quitón sin mangas daba la impresión de tenerlas.
[5] Esta parte superior del peplo, que se doblada hacia abajo hasta la cintura, forma un apoptigma.
[19] Podía también recogerse le pliegue del himation hasta la barbilla o hacerlo pasara por la cabeza a modo de capucha.
Los oradores atenienses del siglo IV a. C. hablaban en la tribuna con los pliegues pasados bajo la axila derecha y subiendo la tela después a través del pecho como una bufanda hasta el hombro izquierdo, lo que permitía tener el brazo derecho totalmente libre.
Las esquinas que colgaban se mantenían rectas, como en el himatión, por medio de pesas cosidas a ellas.
[24] El Tribón (τρίβων) o Tribónion (τρίβωνιον) era una variante del himatión, más sencillo y sin adornos.
El strofion era una banda ancha de lana o lino que envolvía los pechos y se ataba entre los omóplatos.
[4] Las mujeres en la Grecia clásica a menudo son representadas con prendas holgadas y transparentes, o con un seno expuesto.
Las mujeres llevaban un apódesmos (en griego: ἀπόδεσμος),[31] más tarde stethodésmos (στηθοδέσμος),[32] mastódesmos (μαστόδεσμος)[33] y mastódeton (μαστόδετον),[34] términos cuyo significado es el mismo, «banda para el pecho», una banda de lana o lino con la que se envolvía los pechos y que se ataba o sujetaba en la espalda.
[35] Otro término era kestós (en griego: κεστός, latín: cestus), usado específicamente para la faja encantada de Afrodita en la Ilíada,[36] cuyo poder era hacer irresistible para los hombres a toda mujer que la usara.
[5] En el calzado la dificultad estriba en hacer coincidir los numerosos nombres que aparecen en los textos con las representaciones de los monumentos.
Este calzado evolucionó hasta convertirse en las sandalias más elaboradas y resistentes, que en las variantes femeninas incluso podían ser coloreadas.
Finalmente, el polo (πόλος) era un sombrero cilíndrico o cuadrangular, típico en las representaciones de deidades femeninas, y que en realidad se utilizaba en las ceremonias.
Como norma no llevaban sombreros, al menos en Atenas, debido a que su presencia en las calles se consideraba poco apropiada, y solo aparecían en ocasiones excepcionales: festividades, funerales, etc.
[47] Las mujeres disponían de un tocado redondo con alas anchas cuyo centro terminaba en punta, la tolia, que en definitiva era, una variante del pétaso.
[50] La existencia del algodón (al que Heródoto llama «lana vegetal»),[51] y la seda,[52] la conocían de manera vaga.
El cinturón que lo ajustaba, formaba en torno a la cintura una serie de pliegues huecos llamados colpos.
La prenda de lana, que seguía estando abierta por un lado, se doblaba sobre sí misma por la parte superior.
Se formaba un vestido exterior más o menos largo de una sola pieza en la parte interior, sin ninguna costura.
[77] La colocación del himation que vestían las mujeres no estaba sometida a una regla estricta como en el caso de los hombres.