Eutifrón

Eutifrón trata sobre la naturaleza de la piedad, pero no aporta al tema conclusión alguna.Después de haberle contado su desgracia adornándola con halagos irónicos a la sensatez de Meleto, Sócrates pregunta a su vez la razón por la cual Eutifrón se encuentra en el mismo lugar que él.Eutifrón le responde que se apresta a cometer un acto de gran piedad.De lo contrario, no se animaría a presentar una acusación tan grave contra su padre.Apremiado a rever su definición, Eutifrón se confiesa perdido: Sócrates, como el mítico Dédalo que daba vida a sus estatuas, trata las ideas de su interlocutor de tal manera que ellas no se quedan en su lugar.Interesado en esta idea, Sócrates queda, sin embargo, desconcertado por el concepto de “cuidado”.Una vez más en aprietos, Eutifrón vuelve sobre una de sus definiciones anteriores, a saber: que la piedad consiste en decir y hacer lo que es agradable a los dioses, orando y haciendo sacrificios.Pero Sócrates ha demostrado ya la falsedad de esta idea y estima que lo mejor es retomar la discusión desde el principio.En ese sentido, Eutifrón constituye, en cierta forma, un prólogo o un apéndice a Apología de Sócrates.
Manuscrito medieval del diálogo Eutifrón , c. 895.
Sócrates y Eutifrón , por Victor Orsel