Pedro de Dueñas

Estando en el convento conoció al fraile Juan de Cetina, que había ido al convento con la intención de ir a predicar el cristianismo entre los musulmanes del Reino de Granada.

A pesar de que la comunidad no quería que fuese, por ser demasiado joven e inexperto, acabó dándole permiso para acompañar a Juan de Cetina.

El cadí de la ciudad los hace detener y trata de disuadirlos, ya que, a pesar de que la práctica del cristianismo era tolerada, sólo lo estaba a título privado y estaba prohibida la predicación y el proselitismo.

Pedro, sin embargo, prefirió el martirio y fue muerto.

Los restos mortales de los frailes fueron recogidos por los cristianos; unos mercaderes catalanes llevaron parte de sus despojos a la Catedral de Vich, otros restos fueron enviados a Sevilla y Córdoba.