[2] Terminado en julio de 1592, fue tasado en 5 114 ducados, cantidad muy estimable si se tiene en cuenta que el mismo Anchieta había cobrado 1 658 ducados por el retablo mayor de Zumaya en 1577 y 4 300 por el de Cáseda en 1581.
[3] La tasación, de hecho, también pareció excesiva a los patronos del templo, que se opusieron a ella aunque finalmente llegaron a un acuerdo ante notario por el que aceptaban la cantidad fijada por los tasadores y, a cambio, González de San Pedro se comprometía a hacer de limosna un sagrario para la iglesia de San Pedro de Tafalla y una imagen de san Gregorio.
[5] A pesar del acuerdo, González se resistió luego a efectuar la entrega, pues en septiembre de 1592, con la obra concluida, Jiménez le reclamaba por vía judicial la «metad de las molduras, antigoallas y modelos de barro y cera, yeso y otros bultos conforme a como se obligó por el dicho cartel».
[5] Su ejecución se demoró pues en 1596 los primicieros del lugar les pusieron pleito alegando que habían descuidado el trabajo.
El desaparecido retablo mayor de la catedral de Calahorra, para el que en un primer concierto se había comprometido a entregar el banco y dejarlo asentado a últimos de 1602, quedó luego paralizado por dificultades económicas no reanudándose los trabajos hasta 1606,[11] y no se había terminado en noviembre de 1608 cuando su yerno, Juan o Joannes Bazcardo, se presentó ante el cabildo para informarle de la muerte de González de San Pedro y entregar el segundo tercio del retablo, ofreciéndose a concluir él mismo el tercio que faltaba con el remate del Calvario.